+ La tarde del jueves, los escasos –dado el nivel de “unsuscribes”- receptores supervivientes de la lista “anuncios” pudimos leer la información enviada por la Junta de PDI de la UMU –la firmaba su Presidente, Mariano Alarcón- en la que se repasaban los temas abordados durante la que creo fue primera reunión del colectivo con el Profesor Cobacho. El tono general de la nota era francamente preocupante; el Rector confirmaba la sospecha de que la situación económica “no es muy boyante”, aunque sin aclarar datos de interés: ¿hasta qué punto no lo es? ¿por qué no lo es? ¿qué causas concretas están en el origen de esta situación “poco boyante”? ¿ha habido negligencia, o algo más, en la gestión de los equipos anteriores?. Visto lo visto, no es de extrañar que el Rector confesara sufrir un estado de “desazón por la parálisis del parque científico, la precariedad del campus de Ciencias de la Salud, la indefinición del campus de Lorca y la inminente puesta en marcha de la Facultad de Ciencias del Deporte en San Javier”, proyectos todos clave en su programa electoral. Afortunadamente, poco después, una nota del propio Rector nos invitaba a participar en un homenaje que el equipo entrante ha organizado al Doctor Ballesta en reconocimiento a su labor en las dos últimas “legislaturas”; nuestro proverbial optimismo nos permitió, entonces, pensar que no puede haber tanta desazón en el ánimo del Rector si se organizan homenajes.
+ Pero, más adelante, en su nota informativa, Alarcón aludía a otra “preocupación” del Rector, surgida a causa “del trato de favor a la UCAM dispensado por las administraciones regional y local y los medios de comunicación regionales”, trato que incluiría, incluso, un “pacto de silencio” de ambos dos fundamentales poderes para disimular los “déficits” de dicho centro académico. Esta confesión es, sin duda, más difícil de contrarrestar que la desazón anterior; la inmediata convocatoria del homenaje a Ballesta no sirve para aliviarla. Pero un hecho casual -¿casual, o manifestación de la providencia?- como el haber tenido de vecino, en la barra de un restaurante, a un ciudadano anónimo, al borde de la cuarentena, que le explicaba a un amigo el supremo bien que había obtenido en su paso por los Jerónimos, me hizo ver la luz. Sin solución de continuidad, trataré de transmitírsela a ustedes.
+ Al parecer, mi vecino llevaba intentando lograr una licenciatura –creo que en Derecho- décadas, desde su más tierna juventud; para ello, se había matriculado en cuatro Universidades públicas diferentes –si no recuerdo mal, la UMU, la de Alicante, la Miguel Hernández y la UNED-, cambiando expedientes de una a otra en numerosas ocasiones, sin haber conseguido aprobar –“después de empollar como un loco”, subrayaba- más que una o, a lo sumo, dos asignaturas por año. A consecuencia de la depresión que el escaso éxito le ocasionaba, hubo muchos cursos en los que no se matriculó, volviendo a reanudar su intento tiempo después, sin que los resultados mejoraran. La puesta en marcha de la UCAM había sido providencial para él: la licenciatura ya estaba en su poder, o lo estaría al final de este curso, y su satisfacción era tan enorme que llegó a decir: “Me ha costado mi dinero, es cierto, pero aunque hubiera debido pagar diez millones –de antiguas pesetas, supongo- cada año lo hubiera hecho con gusto, porque tener la seguridad de que, al final, conseguirás un título que te era tan esquivo, no tiene precio”.
+ Ahí comprendí que la UCAM es, en realidad, un instrumento que la Iglesia Católica, su propietaria, utiliza para seguir cumplimentando, en el nuevo milenio, las obras de misericordia que su Fundador predicó. Al menos, un par de ellas: enseñar al que no sabe, y dar –en este caso, títulos- al que no los tiene, a pesar de desearlo ardientemente. Convendrán que cuando la vocación aprieta –lo que, sin duda, era el caso de mi vecino de barra-, el pequeño detalle de que, a cambio del título, debas soltar una pasta –sobre todo, si la tienes- no empaña ni un ápice tan cristiano proceder. Porque como el al fin egresado decía: “es verdad que la matrícula en las universidades públicas es mucho más barata, pero si sumo todo lo malgastado en los muchos años en los que pasé por ellas para aprobar apenas unas cuantas asignaturas, el dinero invertido estos últimos años teniendo la seguridad de que aprobaría todas las materias en las que me matriculara merece la pena”. Al oírlo, entendí su lógica y pensé que, una vez más, aquel viejo aserto castellano, “lo barato es caro”, se cumple.
+ La conclusión es lógica: la UCAM cumple una importante labor social, y los buenos gobernantes –como los que tenemos la fortuna de gozar en nuestra Región- no pueden ser insensibles a ella. Nuestro Rector, por tanto, debería preocuparse más por conseguir que sus Facultades alcancen un grado de éxito escolar como el logrado, en sus escasos años de funcionamiento, por la institución académica ubicada en San Jerónimo, y menos por denunciar presuntos “tratos de favor”. Porque la globalización tiene un solo principio, “el cliente siempre tiene razón”. Manos a la obra, pues, porque está claro que si, con nuestras tasas, lográsemos resultados similares a los de los pupilos de Mendoza, no les quedarían a éstos ni cuatro siestas por mucho “prejuicio favorable” que hacia ellos mostraran nuestras pías autoridades. Porque es cierto lo que alguien, no recuerdo quién, dijo: “la gente es capaz de hacer cualquier cosa por un descuento del 10%”. Amén.
+ ¡Ah!, y otro día hablaremos de la enorme consideración que tiene, en nuestra santa casa, la docencia, reflejada en algunos otros mensajes enviados a “anuncios”.
2 comentarios:
¿Por qué hay una sistemática de desacreditación a la UCAM?
Lo único que hacen es impartir docencia conforme a la legislación vigente, y como sus gastos no forman parte del presupuesto público deben de financiarse por otros medios. Las universidades públicas son un gasto para el Estado, y la economía de un país se levanta con iniciativas privadas. El gran defecto de España es la falta de iniciativa, lo poco emprendedores que son y la escasa competitividad. Deben de existir actividades privadas para poder "darle de comer" a los funcionarios mediante impuestos.
Hola, creo que mi intervención aquí es necesaria.
Soy un alumno que honrosamente estudia en la UCAM y no conozco a nadie de alrededor de cuarenta años que haya estudiado en esta Gran Universidad en la Licenciatura en Derecho de la cual todavía no ha salido la primera promoción. Aquí nos conocemos todos y no es cierto lo que dijo ese cuarentón en la barra del bar.
La titulación está reconocida por el Ministerio y se somete a los correspondientes planes de evaluación del ANECA con resultados positivos.
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